La urgencia en una crisis puede estimular tu creatividad y buscar nuevas estrategias, nuevas relaciones, nuevas formas de ayuda, nuevos recursos personales y puede estimular tu crecimiento interno. En el peor de los casos puede consolidar mecanismos desadaptativos como la evitación y el aislamiento.
Cuando escuchas la palabra crisis, probablemente piensas en algo negativo, en una situación complicada y de difícil solución. Sin embargo, la RAE define crisis como un cambio profundo, y de consecuencias importantes en un proceso o situación o en la manera en que estos son apreciados. La palabra crisis viene del griego “κρίσις”, que significa elección, disputa, decisión, juicio, resolución.
Hay muchos tipos de crisis: una crisis económica, una crisis de pareja, una crisis laboral, una crisis psicológica, etc. Las crisis pueden ser de índole muy diverso, pero toda crisis tiene una evolución y consta de diferentes fases.
1. En la primera fase hay un “schock”, un impacto agudo e inesperado. Te sientes afectado profundamente. No puedes superarlo o solucionarlo de la forma habitual. Esto produce sentimientos de confusión, impotencia y reacciones de estrés, ansiedad, irritabilidad e incluso manifestaciones en tu cuerpo.
2. En la segunda fase tus estrategias de afrontamiento habituales fallan y la tensión emocional aumenta hasta niveles difícilmente soportables. Esto puede llevarte a conductas autodestructivas como abuso de tóxicos y episodios emocionales bruscos.
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Puedes percibir estos sentimientos de indefensión personal de forma permanente y global, afectando a otras áreas de tu vida.
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O puedes percibir estos sentimientos de indefensión como algo inevitable y natural, siendo consciente que será algo transitorio y especifico, conservando la eficacia en el resto de las áreas de tu vida. En ese momento, puedes empezar a plantearte la búsqueda de ayuda.
3. En la tercera fase, empieza la resolución. De todas las estrategias que has puesto en funcionamiento, puede que haya alguna que funcione, pero la gran mayoría de intentos suelen fallar y sigues teniendo una enorme presión para encontrar la solución
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La urgencia puede estimular tu creatividad y buscar nuevas estrategias, nuevas relaciones, nuevas formas de ayuda, nuevos recursos personales y puede estimular tu crecimiento interno
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En el peor de los casos puede consolidar mecanismos desadaptativos como la evitación y el aislamiento.
4. Toda crisis tiene un final. Siempre hay una retirada final
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Puedes superar la crisis y salir reforzad@
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Puedes aceptar que vivirás una nueva vida
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En el peor de los casos puedes negar la realidad
Existen distintos factores que influirán en la forma como percibes, gestionas y resuelves la crisis: dependerá de tu grado de madurez emocional, de tu flexibilidad y adaptación, de tu resiliencia, del éxito o los fracasos que hayas tenido en crisis anteriores y de condicionantes socioculturales y familiares.
Por lo tanto, la intervención en una crisis consistirá en modificar la relación de fuerzas de lucha para afrontarla, incrementando la probabilidad de inclinar la balanza hacia el lado positivo, cuidando tu madurez y gestión emocional, tu flexibilidad, tu adaptabilidad, paciencia, resiliencia y promoviendo las relaciones importantes y positivas, en detrimento del aislamiento. Por lo tanto, tu psicólogo o psicoterapeuta te acompañará para que puedas recontextualizar, dar prioridad a la información importante para resolver la crisis, más que centrarte en aquello que te quita energía, te ayudará a aceptar y hacer el duelo de aquella parte de la vida que has perdido y a entender la señal de los mensajes que te envía tu cuerpo, como la angustia y el nerviosismo.
Responderte estas preguntas puede ayudarte a mejorar tu autoconocimiento y equilibrio en el que Claude Steiner bautizó como la «ley de economía de caricias».